Testimonios

"La mejor descripción de qué es y cómo es ir a terapia es la que viene de personas que han recorrido o están recorriendo ese camino."

Paula.
Psicóloga Sanitaria en Alicante

Experiencias en terapia

Aquí encontrarás cartas en las que diferentes personas comparten su experiencia a lo largo de su proceso de terapia, su forma única y particular de entender el proceso de cambio, las dificultades que encontraron en los primeros encuentros y cómo fue cambiando su percepción de la terapia y de ellas mismas a lo largo de las sesiones.

Gracias a las escritoras, por dedicar un tiempo a poner en palabras su vivencia, por su generosidad al compartir su proceso y por su confianza.

Carta Uno:

Elegí a Paula como psicóloga ya que mi padre pasó por una depresión momentánea y las consultas con Paula le ayudaron bastante. Él fue quien me recomendó ir, aparte de que yo misma sentía una necesidad de ser tratada. Ser tratada de una forma diferente, fuera de lo conocido y de lo que hasta entonces había conocido sobre mí, fuera de lo que mi alrededor siempre haya podido decirme, necesitaba una opinión externa empezando desde cero...

Me sentía muy mal debido a una ruptura sentimental, estaba depresiva y ello me hizo tener más ganas de ir. Las primeras sesiones las recuerdo como una toma de contacto, siempre desde la distancia, me acuerdo que Paula me decía que íbamos a estudiarme, a conocerme, juntas, era imprescindible buscar el porqué de mi actitud ante las cosas que me pasaban. Al principio, ella me hablaba muy poco, simplemente indagaba ante mis situaciones, ante las cosas que yo le iba contando, buscando en mí, en mi pasado. Yo muchas veces pensé, ¿me está ayudando? y no sabía qué decirme a mí misma, porque una parte de mí creía que no, pero otra parte de mí tenía esa necesidad de ir allí cada semana y seguir indagando en cosas que, quizás, no podría haber descubierto sola. Muchas veces llegaba a la consulta pensando en que en esa sesión no sabría de qué hablar, qué contarle, que me iba a quedar en blanco, pero al final, siempre nos faltaba el tiempo y salía de allí con una sensación de “alivio” por haber encontrado algo más de mí, que yo misma no me hubiese parado a pensar.

De forma intermitente, he estado asistiendo a terapia con Paula durante dos años, y hasta pasado un tiempo, no empecé a sentir que las sesiones me estaban ayudando, con el paso de las semanas, ella comenzó a hablarme más, siempre manteniéndose al margen en cuanto a opiniones, simplemente haciéndome ver las cosas de forma en que fuese yo misma quién llegase a la respuesta. Quizás sea eso lo que más me ha ayudado, aprender a buscar una respuesta de cualquier cosa, actitud o situación que se nos da en el día a día y sobre todo, nuestra forma de verlo. Con Paula he aprendido a indagar y profundizar en el porqué de todo.  Ella me ha enseñado que hay que salir de ese ‘círculo’ desde el cual estamos estancados, agobiados, e insistimos en el mismo problema, haciéndolo cada vez más grande. Hay que alejarse de eso y ver que quizás debemos pararnos a analizar las cosas desde lejos, con otra perspectiva. Todos tenemos problemas, diariamente, pero lo importante es saber gestionar mi actitud ante el problema, y darle a cada cosa la importancia que se merece.

Esto es tan solo el principio de un largo camino, ya que todavía hay mucho trabajo sobre mí misma por delante. Soy consciente de que mi carácter muchas veces me juega malas pasadas y eso es después lo que me causa sufrimiento. No creo fuertemente en la idea de que una terapia sea la solución de los problemas, pero sí creo que este proceso ha sido imprescindible para que yo llegase a sentirme mejor, como he hecho y lo más importante, que me haya ayudado a conocerme, a darme cuenta de muchas cosas de mi misma, investigar, analizar la situación, pararte a pensar en ello, ver que muchas de mis actitudes estaban ligadas a otras cosas que yo misma ni me había dado cuenta. Todo ello ha formado parte del proceso de aprendizaje, el cual he podido compartir con mi psicóloga Paula, quién ha sido fundamental.

Cerramos esta etapa, que quizás no este del todo superada, pero que sí esta en otro punto desde su inicio, y la necesidad,  ha ido disminuyendo. Continúo avanzando conmigo misma, con todo lo aprendido hasta el momento en mi terapia.

Doy las gracias a Paula por su profesionalidad, por escucharme, ayudarme siempre manteniéndose al margen.

Carta Dos:

A mi compañera de reconstrucción,
La primera vez que me senté en tu consulta me sentía más perdida que nunca. No tenía ningún control sobre ninguna de mis emociones. Llegué a perder incluso el sentido de mi vida. Entonces allí estabas tú. Simplemente escuchando mi desastre pero sin ninguna solución aparente. He de admitir que las dos primeras sesiones salí con una sensación de vacío incluso más aguda, sin entender la terapia, sin salida. Y si tú no me dabas esa salida, ¿entonces quién?

No sabía por aquél entonces, que la solución la tenía que dar yo. Hasta que un día me explicaste que la terapia era un proceso de reconstrucción. Volver a los inicios y comenzar a organizar todos los recuerdos y sentimientos que ha sido nuestra vida.

Y eso hicimos. Tú ponías el yeso y yo pegaba los ladrillos. Uno detrás de otro durante 9 meses.

A mi compañera de reconstrucción,

Quiero que sepas que hoy me duele este mucho esta despedida. O este “hasta pronto” porque en mi mesilla de noche tengo tu tarjeta, por si algún día las cosas vuelven a torcerse.

He encontrado mi libro. Aquel que desde pequeña me mostró que ir al psicólogo no es nada de lo que avergonzarse. Me costó. Pero lo busqué para ti y para mí. Para esta despedida.

Hoy me siento más yo que nunca. Con unas ganas de vivir, de dejarme llevar, de crecer y de esperar a ver con qué me sorprende la vida que nunca había tenido antes. Y todo te lo debo a ti, por marcarme con miguitas de pan el camino. Y ojalá te tuviera toda la vida para eso, pero sé que tengo que hacerlo sola.

A mi compañera de reconstrucción,

La primera vez que entré en tu consulta me invadía una tristeza que no me dejaba ganas de vivir.

Hoy soy feliz. Entiendo las dificultades, que no son pocas, pero no me siento infeliz por ellas. Soy feliz con todo lo bueno y todo lo malo. Y nunca hubiera podido hacerlo sin ti.

Quiero que hoy te vayas a dormir con la certeza de que has mejorado la vida de alguien. La mía. Y eso es algo que voy a recordar en cada paso del camino que es y será mi vida.

De todo corazón y para siempre,

Gracias.

Carta Tres:

Yo sufría crisis de ansiedad, era algo nuevo para mí, la depresión en cambio era algo conocido, la había padecido antes y creía que sabía “sobrellevarla”, pero la ansiedad…, eso es un monstruo grande, oscuro, que te arrincona, te envuelve y no te deja respirar. No fue sencillo pero pedí ayuda, tiempo después me enteraría que es parte del proceso, pedir ayuda es signo de que quieres que las cosas cambien, y no solo lo deseas, actúas.

Fui al psiquiatra quien me diagnosticó y me ofreció tratamiento, me dio la opción de medicamentos o de psicoterapia. Yo sabía que no era un hecho aislado lo que me había llevado hasta ese punto, sino una suma de acontecimientos y, que para éste último problema “ya no me quedaba energía”.  Decidí que la terapia me ayudaría a gestionar esa suma de acontecimientos y no solo el problema actual.

Fue así como comencé la terapia, desde entonces me he quitado vendas de los ojos, he visto desde otras perspectivas, he enfrentado problemas que antes me hubiera negado a mi misma que existían siquiera y, me he hecho a un lado en problemas que he tenido que reconocer, no eran míos.

Para mí la terapia entre otras cosas va de contestar preguntas, preguntas que ni se me pasarían por la cabeza, desde puntos otros de vista, preguntas cortas y simples pero que tardo desde unos segundos hasta semanas en contestarme, creo que las respuestas están ya en mi cabeza pero no había escuchado la pregunta adecuada.

Siento que la terapia ha sido fluida, pero eso no quiere decir fácil, ha sido dolorosa, reveladora, alegre, motivadora y muchos otros adjetivos que es más bonito sentirlos que escribirlos.

Pero lo mejor es que cuando ves las cosas y las sientes desde un punto de vista genuino y sincero para contigo misma, actúas a pesar del miedo y asumes los cambios que vienen y  gestionas tus sentimientos, si es necesario con compasión.

La terapia es un camino largo, ni se me ocurre pensar que estoy cerca del final, pero realmente disfruto la sensación que tengo después de cada sesión, es como abrir una ventana en una pared y mirar lo que hay ahí fuera (que en realidad es ahí dentro, mi cabeza).

¿Necesitas ayuda psicológica?

Me dedico a acompañar a personas en diferentes momentos de su ciclo vital. Te escucho.

Ir arriba